A sus 80 años de edad, Osvaldo Pugliese hizo realidad el sueño de su madre tocando con su Orquesta Típica en el Teatro Colón de Buenos Aires el 26 de diciembre de 1985. Una noche gloriosa para los amantes del tango. Esa noche fue un reconocimiento al incansable luchador que por tantos años había llevado al frente la consigna de una generación de amantes de la música tanguera. Pugliese logró lo que nadie hasta entonces: su orquesta tocaría en el Teatro Colón de la Ciudad de Buenos Aires, lugar reservado casi exclusivamente para la música y lírica clásicas.
Cuando Osvaldo cumplió 12 años, su padre le regaló un piano, aunque a él le gustaba más el violín, pero su padre le dijo “ya tenemos demasiados violinistas en la casa (lo decía por sus hermanos), así que vos aprendé a tocar el piano”. En la década del 20 es cuando Pugliese realmente empieza a formar su espíritu milonguero, formando parte de distintas agrupaciones orquestales, tales como la de Pedro Maffia. En 1934 lo convoca Pedro Laurenz, y al año siguiente hace lo mismo Miguel Caló. Finalmente, en 1939, forma su nueva y definitiva orquesta, debutando en el Café El Nacional a sala repleta. Es tanta la popularidad que va adquiriendo la orquesta, que los clubes más importantes se lo disputan para tenerlo como animador de sus funciones bailables.
Además de pianista y director, Pugliese se destacó como compositor. Su tango más famoso fue “La Yumba”, pero no le quedaron muy lejos “Recuerdo”, “Negracha”, “Malandraca”, “Adiós Bardi”, “Protocoleando”, entre otros. Los públicos de Estados Unidos, México, España, Portugal, Francia, Holanda, Finlandia, China y Rusia conocieron de su arte y en Japón, donde actuó en 1979, fue declarada como la mejor orquesta de todos los tiempos.
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